Estamos viviendo uno de los momentos más duros de la historia de mi generación. El COVID-19 nos obliga a estar encerrados en casa para evitar contagiarnos y contagiar a otros con este virus al que no sabemos cómo enfrentarnos. Hay muchas personas que han perdido a sus seres queridos y esto es terrible. Estamos alejados de las personas a las que queremos y se hace muy difícil y pesado porque, además, no sabemos cuándo acabará.
Pero todo tiene un lado positivo: el planeta está respirando. La Tierra se está recuperando de todo el daño que le hemos hecho los seres humanos durante cientos de años, sobretodo en las últimas décadas. Hace poco vi una viñeta en la que la Tierra decía que había tenido que castigarnos sin salir para que pensáramos en lo que habíamos hecho…y no puedo estar más de acuerdo.
El planeta no puede más
Hemos llegado al punto en el que nuestro planeta ha dicho basta. Pero aún así nos está dando otra oportunidad para enmendar nuestros errores, para que reflexionemos sobre el cariz que está tomando todo, para que hagamos las cosas mejor. A veces se nos olvida que estamos aquí de prestado, que el mundo no es nuestro, que no nos pertenece. Hacemos una buena acción para “ayudar al planeta” pero, amigo mío, cuando ayudamos al planeta nos estamos ayudando a nosotros mismos.
Lo hagamos desde nuestro lado altruista o desde el egoísta, no se me ocurre ninguna razón para no cuidar la casa en la que vivimos. ¿Se nos olvida que si el planeta sucumbe nosotros lo haremos con él? Parece ser que sí.
Creo que nos encontramos ante una situación excepcional para hacer introspección, para dar valor a lo que realmente lo tiene: las relaciones humanas y el entorno en el que se sostienen. ¿No darías tu bien más preciado para poder volver a ver a esa persona que tanto echas de menos? ¿No te mueres de ganas de salir a dar un paseo por la naturaleza?
Necesitamos tan pocas cosas y nos han creado tantas necesidades…necesidades inventadas para convertirnos en personas consumistas que no toman acción, sino que reaccionan a los estímulos que nos ponen delante y que siempre nos conducen al mismo desenlace: comprar. Nos han convertido (y les hemos dejado hacerlo) en autómatas que no vemos más allá de nuestras narices.
La naturaleza toma lo que es suyo
Todos hemos visto las imágenes de los peces en los canales impolutos de Venecia o los jabalíes rondando por las calles de Barcelona, entre muchas otras. Imágenes que nos deberían hacer pensar en cómo hemos echado a los animales de sus hábitats para construir o para sembrar monocultivos que están arrasando las selvas tropicales y todo lo que ello conlleva.
La calidad del aire también ha mejorado muchísimo. Según del departamento de Medi Ambient de la Generalitat de Catalunya el día 23 de marzo los niveles de CO2 de Barcelona se habían reducido hasta un 75% respecto a su nivel habitual. El dióxido de nitrógeno también ha descendido entre un 70% y un 80%. Sé que no viviremos siempre confinados pero ¿Te imaginas lo que podríamos conseguir si cada uno de nosotros hiciéramos un pequeño esfuerzo para vivir una vida más sostenible? Podemos ser imparables si nos lo proponemos.
Reconecta con lo que es importante
Quiero invitarte a que mires hacia adentro, a que priorices qué es lo que te hace feliz y a que lo cuides. Estoy segura que lo que te hace más feliz no son un par de zapatos o una consola de videojuegos. Mira más allá y encuentra aquello que te mueve, aquello que resuena contigo de verdad. ¿No sientes la necesidad de reconectar?
Pero no te quedes solo ahí. Saca esas ideas de tu mente y plásmalas sobre papel. Enumera aquellas cosas que te hacen feliz y priorízalas. Habrá algunas cosas que no puedas hacer ahora pero otras sí. Puedes hacer una llamada en lugar de enviar un wahtsapp. Haz lo que puedas en cuanto puedas, pero deja de postergarlo o de ocupar tu tiempo con quehaceres que no te aportan valor.
Revisa también los objetos que posees y pregúntate si te aportan valor. ¿Te has parado a pensar en cuántas horas has tenido que trabajar para ganar el dinero que cuesta ese objeto que no utilizas prácticamente nunca? Además del tiempo que pierdes manteniéndolo y el espacio que ocupa en tu hogar. ¿Se merece esos privilegios? Estoy segura de que dirás adiós a más de una y dos cosas. Este post sobre minimalismo puede que te ayude a tomar decisiones.
Hazte esta pregunta: ¿quieres volver a la vida que llevabas antes del confinamiento? Si tu respuesta es sí, adelante, me alegro de que así sea. Si es que no, haz algo para cambiarlo. No volveremos a tener una oportunidad como esta, valórala.
Cambiemos de paradigma
Estamos ante un momento único en el que tenemos la oportunidad de cambiar las cosas. No olvidemos la responsabilidad y el poder que tenemos como consumidores. Demandemos aquello que queremos para nosotros y para las futuras generaciones. Dejemos de permitir las aberraciones medioambientales y socioeconómicas que se están llevando a cabo. ¡Gritemos “basta”!
Nosotros somos la base del sistema de consumo, pero se nos olvida. Compramos lo que nos venden en lugar de demandar lo que queremos que nos ofrezca. Nos hemos convertido en corderos que siguen al rebaño. Tenemos un poder muy grande, solo tenemos que recordarlo y hacer uso de él.
Y a ti ¿esta pandemia te está ayudando a reconectar contigo mismo? ¡Cuéntamelo en los comentarios!