¿Alguna vez has oído hablar del efecto Diderot? La mayoría de las personas compramos mucho más de lo que realmente necesitamos. Ya sea por costumbre, por adicción, por descontrol o por querer aparentar un estatus. Una de las causas más interesantes (al menos bajo mi punto de vista) es el efecto Diderot.

¿Qué es esto del efecto Diderot?

El efecto Diderot se basa principalmente en dos ideas relacionadas con nuestras posesiones. 

Por un lado, las cosas que compramos pasan a formar parte de nuestra identidad y tienden a complementarse entre sí para que haya una cohesión entre todas nuestras posesiones.

Por otro, la adquisición de un nuevo bien de consumo que se desvía de nuestra identidad provoca una espiral de consumo para recuperar esa sensación de “yo cohesionado”.

Lo veremos más claro conociendo la historia de Diderot.

¿Quién fue Diderot?

Denis Diderot fue un escritor, filósofo y enciclopedista francés del siglo XVIII. 

El efecto Diderot se describió por primera vez en su ensayo “Lamentos por separarse de mi vieja bata”.

Cuando Diderot tenía 52 años estaba totalmente arruinado y no podía ofrecerle la dote a su hija, que estaba a punto de casarse. Catalina II de Rusia, al enterarse, le ofreció comprar toda su colección de libros. Él los guardaría hasta que la emperatriz los necesitara y, a cambio, le ofreció lo que dicen que es el equivalente a 50.000€ de hoy en día más un sueldo por ser su bibliotecario.

Ahora que era rico decidió comprarse una bata nueva, lujosa, a la moda. Entonces se dio cuenta de que el resto de sus posesiones no “combinaban” con su nueva adquisición y empezó a reemplazarlas hasta redecorar toda su casa.

Terminó arruinado de nuevo. Después de eso escribió: “Era el amo de mi antigua bata pero ahora soy esclavo de la nueva. Cuídate de la contaminación de nuevas riquezas. El hombre pobre puede estar tranquilo, sin preocuparse por su apariencia, pero el hombre rico siempre está bajo tensión”.

Algunos ejemplos modernos del efecto Diderot

Aunque el ejemplo de la bata puede darse hoy en día, vamos a ver algunos ejemplos que tal vez te resulten más familiares.

Cuando compramos mobiliario

Decides cambiar la mesita de centro del salón porque está rota o porque ya no te gusta, pero ahora no combina con el mueble de la televisión, por lo que acabas cambiando todos los muebles del salón. Y si me apuras, acabas cambiando el sofá y las lámparas también.

Cuando compramos ropa

Puede ser que solo necesites un jersey y te plantes ahí pero ¿cuántas veces has acabado comprando todo el conjunto? Ese jersey iría mejor con estos pantalones, que combinan perfectamente con estos zapatos. De paso, me llevo también el cinturón, vaya a ser que mi outfit no esté realmente bien combinado y a la última.

Cuando empezamos a hacer deporte

No nos basta con comprarnos unas zapatillas nuevas para ir al gimnasio, necesitamos toda la equipación: varios conjuntos de ropa que combinen entre sí (y si puede ser también con las zapatillas), ropa interior técnica, la bolsa para llevarlo todo, unos auriculares inalámbricos y un pulsómetro.

Cuando iniciamos un nuevo hobby

Esto nos encanta porque es algo nuevo y excitante. Hemos descubierto algo nuevo que se nos da bien y que nos encanta, y decidimos hacerlo por todo lo alto. Si empiezas, por ejemplo, a pintar, compras un estuche con un montón de óleos, un caballete, decenas de pinceles distintos, lienzos de todos los tamaños…cualquier cosa que te haga “meterte en el personaje”.

Cuando compramos aparatos electrónicos

Necesitas o quieres un nuevo móvil peno no te quedas ahí. Quieres la funda, los auriculares inalámbricos, el colgante para el cuello, el aro para que no se te caiga de la mano cuando lo usas, el cargador inalámbrico y el soporte para el coche. Eso si no contratas, además, un seguro por si se te cae o se te moja.

Estos son solo algunos ejemplos, pero estoy segura de que se te ocurren muchos más de objetos que has comprado y que han implicado la compra de unos cuantos más.

¿Cómo combatir el efecto Diderot?

En mayor o menor medida todas hemos sufrido este efecto en alguna ocasión, hayamos sucumbido o no a él. Vamos a ver cómo combatirlo.

Sé consciente de ello

Ahora que conoces sus efectos puedes darte cuenta cuando te aceche. Sé consciente de cuando el efecto Diderot aparece y toma consciencia de ello. Entonces tendrás las armas para decidir de forma consciente qué cosas quieres adquirir y cuáles no.

Espera antes de comprar

Siempre doy este consejo pero aquí aún tiene más relevancia, por el efecto de espiral que se crea. Una vez seas consciente de que el efecto Diderot está ahí, date unos días para decidir si realmente necesitas esos productos “extra” o solamente con el producto “base” ya tienes mas que suficiente para cubrir tus necesidades (intenta olvidarte del status).

Analiza lo que te va a costar

A veces el dinero es lo que tiene más poder para ayudarnos a decidir qué queremos comprar y qué no. Piensa en todo el dinero que te van a costar esos extras y si merece la pena la inversión.

Algo que me gusta mucho hacer (y que me resulta muy útil) es calcular cuántas horas tengo que trabajar para poder pagar esa ristra de objetos. ¿Merece la pena todo el esfuerzo invertido en el trabajo? Es muy esclarecedor.

Reutiliza lo que ya tienes

Esto es lo que más te va a ayudar a no caer en esa espiral. Si reutilizas hasta la saciedad aquello que aún es útil, es más difícil que quieras comprarle nuevos “complementos”, ya que no solemos comprarlos para algo que ya es “viejo”.  Además, ahorrarás dinero y ayudarás al planeta (aquí tienes más información sobre este tema). Todos salimos ganando (excepto tu ego).

Espero que este post te haya ayudado a ser más consciente de tu consumo y que las diferentes herramientas que te presento te ayuden a combatir el efecto Diderot cuando aparezca. ¿Crees que alguna vez lo has sufrido? Me encantará leerte en los comentarios.

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